viernes, 17 de junio de 2016

La iniciación deportiva en el ámbito escolar

Por Gonzalo Martínez Álvarez

El término Iniciación Deportiva, aparentemente simple, resulta más complejo cuando lo analizamos con profundidad, sobre todo si lo hacemos desde varias perspectivas; pedagógicas, psicológicas, sociológicas, etc. Es un concepto ampliamente definido en la bibliografía especializada con un común denominador, proceso cronológico en el cual un sujeto toma contacto con nuevas experiencias regladas sobre una actividad físico deportiva. Tradicionalmente, se conoce con el nombre de iniciación deportiva al periodo en el que el niño empieza aprender de forma específica la práctica de uno o varios deportes. (Blázquez, 1998, p.19).

 Según el Diccionario de las Ciencias del Deporte (1992) la iniciación deportiva es un proceso ceremonial que indica que las personas adquieren una nueva posición o una nueva pertenencia a un grupo. Para Sánchez Bañuelos (1986) y Contreras, De la Torre y Velásquez (2001, p.60) un individuo está iniciado cuando es capaz de tener una operatividad básica, sobre el conjunto global de la actividad deportiva, en la situación de juego o competición. Los estudios llevados a cabo por Hernández, J.; Castro, U.; Gil, G.; Cruz, H.; Guerra, G.; Quiroga, M.; Rodríguez, J (2001, p.1) ponen de manifiesto que la iniciación deportiva es el proceso de enseñanza-aprendizaje, seguida por un individuo, para la adquisición del conocimiento y la capacidad de ejecución práctica de un deporte, desde que toma contacto con el mismo hasta que es capaz de jugarlo o practicarlo con adecuación a su estructura funcional.

Un individuo está iniciado en un deporte cuando, tras un proceso de aprendizaje, adquiere los patrones básicos requeridos por la motricidad específica y especializada de un deporte, de manera tal que, además de conocer sus reglas y comportamientos estratégicos fundamentales, sabe ejecutar sus técnicas, moverse en el espacio deportivo con sentido del tiempo de las acciones y situaciones y sabiendo leer e interpretar las comunicaciones motrices emitidas por el resto de los participantes en el desarrollo de las acciones.

    Si leemos con atención cada una de las definiciones anteriores, vislumbraremos que según el Diccionario de las Ciencias del Deporte vincula iniciación deportiva a un proceso de socialización que le va a permitir interactuar con diferentes agentes sociales. Para Bañuelos y Blázquez la iniciación deportiva la vinculan a la necesidad de una situación de competición (operatividad básica-forma específica) que le permite enfrentarse a otro con alto grado de eficacia. Y finalmente Hernández Moreno pone énfasis en la acción didáctica, guiándose por un enfoque constructivista que le permitirá al sujeto ir adquiriendo progresivamente el dominio de todos los componentes de la especialidad deportiva elegida.

    En cuanto a la Edad de Iniciación existen opiniones discrepantes en lo concerniente al momento de iniciación según sean los deportes practicados. Para la gran parte de los profesionales Blázquez (1998), Camí (2000) citando la opinión de Martin (1982) y Read (1988), Durand (1988) citado por Castejón (1995) la edad media es del orden de los 10-11 años (etapa sensible en la que se produce el conocimiento de las posibilidades corporales y de movimiento que facilitarán el aprendizaje deportivo, lo cual nos indica que hasta esa edad es ineficaz intentar que un niño aprenda gestos técnicos deportivos específicos complejos). Pero previamente en investigaciones realizadas por Romero y Vegas (2002, p. 2) suscriben que habría que especificar si estamos hablando de deportes individuales o colectivos y de qué contextos educativos; municipales o federativos. 


   Ya que en estos primeros (deportes individuales) podemos entender la especialización más o menos temprana, donde por encima de otros aspectos, prima el desarrollo de capacidades técnicas. En cambio en los segundos, quiero dejar bien claro que pocos están preparados para afrontar las características propias de un deporte colectivo, de dejar de ser un yo por encima de todo, para convertirse en uno más dentro de un grupo, incluso, si nos lo permiten, a perderse dentro de un terreno, unas reglas y unos condicionantes que les vienen tan grandes como la camiseta de un jugador de 20 años. Ante estas afirmaciones diferentes autores comentan que se puede organizar una práctica bastante intensa ya a los cinco años como así Dienm (1979) y Durand (1988) defienden la idea que esta iniciación puede producirse mucho antes. Naturalmente, no con la práctica directa de esos deportes, sino a través de la estimulación de actividades facilitadotas para la posterior práctica deportiva, “por consiguiente, nunca es demasiado temprano para iniciar al niño en los deportes”, “en realidad, la capacidad para el juego y la competencia en grupo no comienza a los 10 años sino a los 5 ó 6 año”. 


   A esa edad los niños ya comprenden que el deporte y los juegos de movimiento requieren la colaboración de otros y son, aunque de una forma elemental, procesos grupales” y concluye “es importante para la futura capacidad deportiva del niño descubrir todo el potencial de movimiento que hay en el ser humano, mediante tareas acordes con su grado de evolución individual. En esta misma línea se pronuncian Burns y Gaines (1986) “a lo largo de los 2 primeros años de vida se producen las adquisiciones motrices elementales más numerosas. Muchos investigadores piensan que el conjunto de adquisiciones motrices de un individuo se efectúa antes de los 4 años; según ellos, los esquemas aprendidos después de esta edad no son más que variantes o combinaciones de estas adquisiciones elementales (Blázquez, 1998, p.117).


    Los estudios llevados a cabo por Blázquez (1998) en tema de iniciación deportiva defienden la postura que, ante la dificultad de establecer una norma que de uniformidad de criterio de edad de iniciación para todas las prácticas deportivas sería el periodo comprendido entre los 6 y los 12 años y que sería verdaderamente eficaz alrededor de los 9-11 años. Contradiciendo lo que parece confirmar Díaz (1995, p.27) que citando los trabajos de Jolibois (1975) 

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